¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo. Mateo 2, I-12.
Magos
¿Sí existen los Reyes? ¡Claro que sí! Son la representación de las autoridades religiosas, políticas y familiares a lo largo de la historia de nuestra cultura judeocristiana.
Eran magos zoroastristas de Persia (Irán) o astrólogos de Arabia o Caldea (en Mesopotamia), de acuerdo con la Iglesia del s. III. Se creía que eran entre 3 y 12. En el s. IV, la fecha del nacimiento de Jesús fue establecida el 25 de diciembre y el 6 de enero, la de la Epifanía (en griego, manifestación). A través de ella, Dios avisa que la salvación es para todos los pueblos del mundo, incluidos los gentiles —adjetivo que se usaba para nombrar a los no judíos o no evangelizados.
Todavía sin tener nombres, San Agustín de Hipona, en el s. V, considera que estos magos representan a todos los paganos, adhiriéndose a esta tradición en la que los Evangelios son universales. El s. VI daría los nombres de los magos. Gaspar Melchor y Baltasar, que representaban al Imperio Bizantino, Occidente, y Armenia, respectivamente.
Reyes
Quien les dio el título de reyes fue el abad San Cesáreo de Arles. Eran 3 hermanos, aseguraba el Evangelio armenio de la infancia: Melkon era rey de los persas; Baltasar, de los indios (de India), y Caspar, de los árabes, que eran los reinos exóticos en la mente de los europeos.
Aunque fue San Francisco de Asís, il dolce, el primero en poner un nacimiento (s. XIII), ya desde el s. VII se hacían representaciones en las iglesias con gran éxito. Melcisar llevaba barba blanca; Balcisar, barba negra, y Caspar era imberbe, según el Evangelio Apócrifo. Ahora simbolizaban las 3 edades del hombre, y todavía no eran considerados santos.
En el s. VIII vienen de las 3 partes del mundo conocido (Europa, Asia, África), y son los 3 hijos de Noé que poblaron los 3 continentes, de acuerdo con el monje benedictino inglés, Beda el venerable, a veces considerado dentro entre los Padres de la Iglesia. Los ya reyes magos traen los regalos de sus lugares de origen para las necesidades de la vida: el oro para mantener a la Sagrada Familia, el incienso para dar buen olor al establo y la mirra para matar gusanos y dar fuerzas al niño santo.
Empiezan a ser representados con coronas y se cree que son 3 generaciones de una misma dinastía real en el s. IX. Melchor tiene la barba blanca; Baltasar, negra, y Gaspar no tiene. Algunos de los nobles, durante la primera cruzada (1095), buscaron en el viaje las sepulturas de los reyes magos, a los que consideraban el símbolo del sometimiento del poder temporal al espiritual. Así, los 3 reyes sirvieron a legitimar la realeza europea.
Los restos en Colonia
En 1164 Federico I, emperador del Sacro Imperio Romano, invade el ducado de Milán y encuentra ahí los restos de los tres reyes magos. Ahora trabajan a favor de El Imperio. La leyenda afirma que Santa Elena, la madre de Constantino (el emperador romano que convirtió al catolicismo el imperio romano en el s. ) los había descubierto y transladado a Bizancio, de donde fueron llevados a Milán por San Eustorgio, arzobispo de Milán a mediados del s. IV. De ahí los rescató Barbarroja, como es conocido el emperador, para llevarlos a Colonia, donde aún se encuentran en el altar mayor de la Catedral.
Los franciscanos, siempre espirituales, y San Bernardo de Clairvaux, cisterciense, vieron en ellos los contrastes riqueza-pobreza, poder-humildad, infancia-vejez, en el s. XII. Interpretaron el oro, tributo a los reyes, como símbolo del amor a Cristo; el incienso, como adoración a la divinidad, y la mirra, que servía para ungir a los muertos, como la mortificación de la carne. La gente creyó que el Preste Juan (mítico rey-papa que gobernaba un reino de Asia central o Etiopía, y símbolo de la universalidad de la Iglesia) era descendiente de ellos.
Para evitar que se les confundiera con brujos malencaminados, Santo Tomás de Aquino aclaró en el s. XIII que magos era sinónimo de sabios. El Franciscano San Buenaventura, doctor de la Iglesia por bula papal, consideró que los reyes magos habían sido los primeros gentiles en adorar a Cristo, así como los primeros en predicar el evangelio fuera de Israel.
Santos
En el s. XIII, los reyes magos empezaron a ser patronos de hostales para peregrinos y viajeros, así como a ayudar contra la epilepsia. Para festejarlos, en las principales ciudades de Europa occidental, se empezaron a hacer cabalgatas, que llegaron en los ss. XIV y XV a servir para que los pudientes lucieran ampliamente sus riquezas y poder. Los franciscanos intentaron localizar las ciudades persas de donde venían los Reyes Magos. Se creía que montaban dromedarios, animales considerados entonces como muy veloces.
En el s. XV, se les representó con ropas de los Médicis y Borgoña. Se convirtieron también en un símbolo para las noblezas locales, que los consideraron un ejemplo para que los reyes respetaran las autonomías locales. Se creyó que los reyes magos podían provenir de Armenia, Persia, India, China o Turquía. Gaspar, de la bíblica ciudad de Tarsis (Asia Menor), de donde era la mirra. El incienso había sido traído de Arabia, y el oro, de Etiopía, de donde era Baltasar, que ahora era representado como negro, raza ahora conocida en Europa en calidad de esclava.
Ya en el s. XVI había consenso. Melchor era blanco y de barba blanca, el que, como Europa, se arrodilla primero ante Jesús; Gaspar era asiático, llevaba barba negra y turbante; Baltasar era negro, rey de algún lugar del África, imberbe. De este modo, representaban las cuatro partes del mundo: Melchor, Europa; Gaspar, Asia y América (que ya había sido colonizada); Baltasar, África. En algunas representaciones gráficas, se incluyó las reinas magas. En otras, Gaspar y áfrica, Baltazar llevaban turbantes y había reyes americanos, semidesnudos y salvajes.
¡Los Reyes a la conquista!
La Epifanía fue un tema importante en la conquista espiritual, pues los indios eran considerados los gentiles que se habían sumado a la adoración católica. De igual forma, fueron emblema de la universalidad de la monarquía católica de Felipe II, el Prudente. A nuestros pueblos originarios aparentemente les encantaban las celebraciones, los nacimientos, las representaciones teatrales. Incluso el colegio de Tlatelolco, de la orden franciscana, fue fundado el 6 de enero de 1536. Las fiestas en América eran desproporcionadas.
Melchor fue uno de los reyes incas, según el cronista peruano del s. XVI Felipe Huamán Poma de Ayala. En ese siglo y el posterior, los reyes se convirtieron en un símbolo de unidad cristiana e inclusión, pues los americanos eran hijos de Sem, uno de los hijos de Noé, y así se podían incluir en la doctrina cristiana, de acuerdo con el doctor Antonio Rubial Reyes.
Sin embargo, en el s. XVII, la adoración de los Santos Reyes Magos se deconstruye y los esclavos de la Ciudad de México aterrorizan a sus amos con el rumor de una rebelión que coronaría a un rey negro. Este movimiento iba a estallar el 5 de enero de 1609. Mientras tanto Gaspar Nyanga, negro cimarrón de Veracruz, estaba en plena rebelión desde 1603 y en 1609 fundó en Veracruz San Lorenzo de los Negros, pueblo al que los españoles reconocieron independencia.
En el s. XX, el humor mexicano ha rehecho los nombres de los Santos Reyes Magos como Malhechor, Raspar y Basaltar, considerando la exagerada comercialización de la fecha.